"Aprendiendo sobre huertos 2da vuelta" haciendo voluntariado en Rosarito
Hace unos días se conmemoró el día mundial del voluntariado que es el 5 de Diciembre, y como antes lo dije este tipo de "trabajo" me parece una forma muy interesante de dar, recibir y sobre todo de aprender, créanme no importa la edad, o el genero, sólo es cuestión de querer y organizar tus tiempos para serlo. Yo, les dejo la historia voluntariado que hice en Rosarito, Baja California:
Después de una primera experiencia como voluntaria en un rancho sustentable y de lo buena que fue a nivel general busqué la oportunidad de emprender la aventura una vez más :), sólo que ahora lo hice por medio de WWOOFING que es una comunidad en Internet en la cual pagas una membresía anual y tienes acceso para contactarte con granjas sustentables al rededor del mundo las cuales también se dan de alta con el fin de atraer voluntarios. La experiencia en la página en realidad no fue buena porque pagué y nunca me registraron como usuario, así que sólo tenía acceso a medias ya que podía ver algunas granjas pero si estas no tenían en sus perfiles una forma de contactarme con ellas no podía hacerlo por medio de la comunidad cosa que me limitaba bastante, al final nunca me reconocieron como usuario a pesar que mandé muchos correos de inconformidad, aún con esto logré contactar con una granja en Rosarito, Baja California los cuales me aceptaron como voluntaria.
En la granja vive una familia integrada por una pareja y sus dos hijas, según lo que ellos me platicaron ella era payasita graduada de una escuela de payasos en España ( yo desconocía totalmente que algo así existiera pero existe jajaa :)) y él un poco trotamundos que había decidido establecerse en Rosarito y probar suerte con esa granja ya que había heredado la tierra. La verdad en general todo era bastante relajado, para cuando llegué tenían sembrado maíz, calabacita, mucho cilantro y rábano ya que le vendían algunos restaurantes de tacos en Tijuana, también tenían una hermosas matitas de albahaca, y unas tomateras que se empeñaban en no morir pero ya muy descuidadas y estas eran más bien para consumo familiar.
Había mucho trabajo por hacer, los sembradíos estaban invadidos de mala hierba que tendríamos que quitar prácticamente a mano, productos que cosechar y una serie de trabajos inconclusos por aquí y por allá. Yo llevaba esperanza de aprender sobre como sembrar y otras tareas relacionadas al campo, pero la realidad es que a todos los voluntarios nos concentráron en tareas de deshierbar, limpiar, y mover de un lado a otro cachivaches y escombros. No podría decir que nada aprendí, siempre se aprende de convivir con otras personas, y más cuando esas personas son tan diversas entre sí, además el salir fuera de tu zona de confort siempre impacta y ayuda primero a revalorar y agradecer por lo que tienes y luego así sin más te das cuenta que en realidad no necesitas de tanto para que tus pulmones sigan respirando azul clarito.
Por las tardes nos reuníamos algunos voluntarios y nos íbamos a la playa a ver la puesta del sol mientras cantábamos con una mini guitarra que el holandés tocaba, nos tomábamos algún trago por allí o simplemente hacíamos lo que a cada quien le apeteciera (a mi me gustaba sentarme a leer hasta que el sol desapareciera al horizonte u observar a la gente en la playa caminar en las tardes con neblina), pero lo que si era una cotidianidad era regresar a cenar juntos como una gran familia recién formada, haciendo un poco de sobremesa para luego dormir.
Así pasaron mis días en Rosarito, riendo y cantando mientras trabajábamos, contando historias en las noches de lluvia en una mesa a circulo, meditando a las orillas de la playa sin atreverme a entrar en ese mar helado y con muchas pero muchas horas invertidas arrancando mala hierba de los sembradíos mientras miles de pensamientos invadían mi cabeza.
Antes de regresar a mi tierra decidí quedarme unos días más para conocer Tijuana, en parte por aceptar la invitación que me hicieron los chicos que hacían voluntariado junto conmigo de recorrer las calles tijuanenses caminando y por otra parte que me encanta el relajo jajaja. Cómo no tenía muy bien definido lo de quedarme en Tijuana un día antes de partir de Rosarito mandé a couchsurfing algunos request para ver si me podían hospedar, no suelo hacerlo de forma tan precipitada pero agradezco que todos a los que les envié estuvieron dispuestos a hacerlo. Decidí con un excelente tino hospedarme con una chica de lo más genial y buena onda, Anel. Ella me presentó a Sandra e Hilda sus amigas con las que compartí excelentes días, en verdad quedé infinitamente agradecida por todas sus atenciones y buena vibra. Una tarde al calor de unas cervezas artesanales Sandra propuso ir a Ensanada a los viñedos y en un abrir y cerrar de ojos teníamos organizado gracias a ellas un viaje de ensueño en el cual la pasamos genial, Sandra llevó a su abuelita y su madre unas señoronas (de esas personas que se quedan para siempre en el corazón) y juntas incluidas con Anel y yo :) hemos disfrutado enorme cada momento, tomamos harto vino, nos reímos como chiquillas y comimos genial, ohhh sin omitir en taco de ojo que me dí al ver lugares tan lindos, incluido un atardecer sobre la carretera llamada escénica (carretera entre Rosarito y Ensenada) que cerró con broche de oro un día y un viaje fantástico.
Comentarios
Publicar un comentario