Mi primera certificación en permacultura una aventura llena de amor

Tenía la firme intensión que regresando a Chihuahua del curso de permacultura que hice en julio haría mi post de la experiencia intentando no olvidar detalles :) pero como han visto he andado muy ocupada y ni tiempo. Ha decir verdad lo intenté un par de veces me sentaba frente a la pantalla y como las Adas de la escritura no llegaban o me iba directo a la cama o al huerto a trabajar jajaja, pero llego el día.

A Casa Nahomin llegué un domingo de una mañana muy fresquita, sentí como mi cuerpo después de vivir unos días de intenso calor en Chihuahua estaba batallando para aclimatarse a la sensación de frío húmedo que se siente al estar entre las montañas, así pues nos recibieron de una manera muy cálida con burritos de frijoles y café con canela yo pensé que eso se sentía como en casa de mi abuela materna y vaticiné buenos augurios para mi estancia.

Desde que me puse en contacto con los chicos de Casa Nahomin me dijeron que no tendríamos Internet ni señal de teléfono y aunque iba preparada y hasta  entusiasmada con la experiencia la verdad que 10 días me resultaron mucho sin saber nada del mundo exterior en especial de la gente que quiero. En esos días mi mundo se redujo o se amplió depende del ojo con que se vea a mí persona con trece humanos más, cuatro perros, dos gatos y una montaña verde latiendo a chorros la vida.

Casa Nahomin es un lugar hermoso, esta construido con mucho respeto con el entorno y atención a todos los detalles el proyecto lo lleva una familia de cuatro personas tres de ellos trabajan y viven de lleno en esta casa y el padre de Familia trabaja fuera y pues soporta económicamente gran parte del proyecto que lleva poco tiempo en marcha. Los instructores Helder un permacultor de mucha experiencia y Naya estuvieron súper bien aprendí mucho con ellos y no sólo de permacultura sino de otras temas interesantes que dos personas que viajan por todo el mundo pueden ofrecer, además eramos 11 personas de diferentes procedencias principalmente de Guanajuato, una de San Luis Potosí, otra de Oaxaca, un chico de Costar Rica y yo del merito nortiiii, hasta me apodaron Chihuahua jajajaja, todos en su mayoría jóvenes o muy jóvenes unos con ganas de comerse al mundo a mordidas y otros un poco confundidos.

El tiempo fue bien aprovechado las clases intensas de todo el día y fines de semana incluidos, sendereamos por lugares cercanos incluyendo una cascada bellisima siempre acercándonos a la inagotable sabiduría de la madre naturaleza, danzamos, nos reímos a carcajadas, jugamos, me sentí como una chiquilla que no tenía más responsabilidad que pasarla bien aprendiendo.

Las noches creo que fueron mis preferidas a pesar que terminaba el día muy cansada de las aventuras y andar de chiquilla a esta edad jajaja. Era hermoso escuchar a los animales nocturnos cerca del riachuelo que pasaba a un lado de nuestras habitaciones o algunas otras la lluvia cayendo en los tejados, disfruté mucho ver a las luciérnagas que parecían Adas danzando entre nosotros y aunque estábamos en un lugar donde los sabios y viejos  árboles nos tapaban el cielo podíamos subir a un espacio cercano que estaba más abierto donde casi sentías que podías tocar las estrellas, allí me inundaba  un sentimiento de calma escuchando mis latidos con mi respiración y aveces entraban unas ganas de llorar de puritita felicidad, una noche hicimos una gran fogata donde cantamos y honramos a nuestros antepasados inclusive inventamos una canción fue una hermosa experiencia.

Las mañanas eran por lo general muy limpias los rayos del sol se colaban entre las grandes ramas de los señores árboles, y el olor mmm que cosa más linda entre romero y lavanda que era lo que más abundaba cerca.  Llegaba el momento del desayuno :) café recién hecho acompañado de la comida casera más deliciosa que se puedan imaginar todos los días las comidas eran una sorpresa que  esperábamos emocionados ya que nos consintieron con la mejor comida vegana y mexicana,  para mí fue todo un descubrimiento este tipo de menú y no saben como lo disfruté.

La comida fue un gozo todo el tiempo, teníamos desde las más hermosas ensaladas hasta los postres que eran una explosión para el paladar, a pesar que todos los días una sorpresa exquisita hubo uno en espacial que se quedo en mi corazón por toda la experiencia en torno,  esa tarde  llegamos de una caminata maravillosa a una cascada cercana el cielo amenazaba con lluvia y corrimos apresurados a casa antes que empezaran a caer las primeras gotas, cuando llegamos olía a leña quemándose  resulta que en nuestra ausencia habían puesto el horno de barro para pizzas, creo que al ver y oler la escena todos saltamos de gusto :) esa tarde comimos pizza de uvas con queso de cabra escuchando caer la lluvia.  Así fueron mis días en Casa Nahomin, me sentí querida, apapachada y en sintonía con todo y todos, aprendí mucho y quede muy clara en que camino debía seguir andando, aho :)



























































































Comentarios